Mejorando las prestaciones de nuestro motor

No cabe la menor duda que en los vehículos a gasolina el paso de la carburación a la inyección electrónica, monopunto primero, y multipunto después, fue todo un avance en el mundo de la automoción.

Aparte de cuestiones románticas, ya que cualquier «purista» del motor seguro que echa de menos la carburación como forma de alimentación del motor, hay que reconocer que en el apartado de optimización del rendimiento, es decir, mayor potencia, con menos recursos en lo relativo a carburante, con la inyección electrónica se consiguió un avance bastante importante.

En el apartado diésel, con la incorporación de los sistemas common-rail, también mejoró considerablemente el rendimiento de los propulsores, acercándose mucho a las prestaciones de sus hermanos de gasolina: más potencia y menos ruido.

Los sistemas de inyección vinieron de la mano de las centralitas, que eran las encargadas de supervisar la correcta combinación entre la entrada de combustible y aire para que la mezcla resultante fuese la óptima, consiguiendo de esta manera un consumo cada vez más reducido, con una mayor potencia.

En este momento nació la reprogramación de centralitas, o lo que es lo mismo, variar los parámetros que el vehículo trae de fábrica, y que son bastante conservadores, por otros que mejoren el rendimiento en determinadas situaciones, consiguiendo de esta forma una mayor potencia y par, con un menor consumo en muchas ocasiones.

Estas reprogramaciones se podían realizar sustituyendo la centralita de origen, instalando una intermedia, o bien actuando directamente sobre el «mapeado» de la original, sustituyendo las datos que vienen de fábrica por otros adaptados a las nuevas exigencias.

Esto último es a lo que se dedica la empresa malagueña Gestión Motor Málaga, que sustituye los datos que el vehículo trae de serie en su centralita y que están alojados en un chip llamado Eprom, consiguiendo de esta manera un mejor rendimiento del motor.

Este rendimiento puede estar enfocado a obtener una mejor respuesta de algunos modelos que se quedan «cortos» de fábrica, como es el caso del Hyundai Tucson, que puede pasar de los 115 CV originales hasta los 150 CV, o bien para sacar todo el potencial a vehículos más potentes, como es el caso del Ford S-Max, que con una reprogramación aumenta su potencia de serie, que se sitúa en los 170 CV, hasta los nada despreciables 200 CV, muy útil para los que utilicen este monovolumen a plena carga y en largos desplazamientos por carretera, en especial en zonas de montaña, o bien si tienen que tirar de remolques o caravanas.

Una de las grandes ventajas de Gestión Motor Málaga es que todas sus reprogramaciones han sido previamente probadas, y testadas en banco de potencia, sabiendo hasta qué punto se puede «apretar» el motor, obteniendo las mejores prestaciones, sin afectar a la vida útil del motor.

Además, la reprogramación no sólo tiene como objetivo optimizar la potencia y el par motor, sino que también actúa sobre otros valores importantes como es la capacidad de respuesta del motor, la dinámica y el consumo de combustible, poniendo especial atención a las necesidades finales del conductor, dependiendo el uso que le de a su vehículo.

Además, gracias a la actuación sobre los parámetros originales, se consigue eliminar aquellas lagunas o deficiencias que un determinado vehículo puede tener en su configuración original, en especial sin el fin último del vehículo no es para el que originalmente estuvo pensado.

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